Los cereales y legumbres constituyen la base de la alimentación humana y su consumo es beneficioso para la salud. A nivel mundial, estos constituyen la fuente principal de energía de la dieta en prácticamente todas las poblaciones. De hecho, se estima que el arroz, el maíz y el trigo representan alrededor del 60% de la energía que se obtiene de los alimentos a nivel mundial (Hervert-Hernández, 2022). En México, el maíz es el cereal más importante. Su importancia es tal, que forma parte de la propia cultura y de la identidad de los mexicanos. Sin embargo, este no es el único cereal que se siembra en nuestro país. Algunos de los cereales principales que se encuentran en el listado de cultivos de interés en México son el trigo, el sorgo, el arroz y la avena (SIAP, 2023). Con respecto a las legumbres, en la alimentación humana y animal se utilizan hasta 150 especies de leguminosas. Las más relevantes para el consumo humano son los frijoles o judías, lentejas, chícharos o guisantes, garbanzos, habas y caupíes (Olmedilla et al., 2010). Las leguminosas, al ser fijadoras de nitrógeno, contribuyen a la fertilidad y productividad de las tierras agrícolas, por lo que su siembra contribuye a la agricultura sostenible y a la protección de los suelos. La fijación biológica de nitrógeno representa una alternativa a la fertilización nitrogenada, ya que puede disminuir muchos de los efectos negativos que dicha fertilización produce tanto a nivel medioambiental, como a nivel sanitario (Baquero Peñuela y Salamanca Solís, 2006). Considerando que la productividad de los suelos se ve influenciada por sus propiedades físicas, biológicas y químicas —mismas que se afectan por diversos factores derivados del tipo de uso de suelo—, por lo tanto, integrar leguminosas en los sistemas de producción de maíz resulta una alternativa ante dicha problemática (Pérez González et al., 2022).La expansión y la intensificación de la agricultura son las principales causas de la degradación y pérdida de los recursos naturales. Por lo tanto, se necesita un nuevo modelo de producción de cultivos para enfrentar los desafíos que plantea lograr la seguridad alimentaria, mientras se minimizan los impactos negativos en el medioambiente (Fortin y Miroslava, 2020), considerando, por ejemplo, que los estados del sur de México enfrentan problemas fuertes de degradación de suelos, bajos rendimientos en los cultivos, altos costos de producción, plagas y enfermedades, además de la deforestación y pérdida de biodiversidad. Dado este contexto, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) inició en 2011 la red de plataformas de investigación en los nodos de innovación Chiapas y Península de Yucatán (Campeche, Yucatán y Quintana Roo) donde se realiza investigación aplicada para validar prácticas y tecnologías sustentables que puedan contribuir a mejorar los procesos productivos de los cultivos de maíz y frijol, principalmente, y enfrentar los desafíos de lograr la seguridad alimentaria, minimizando los impactos negativos en el medioambiente. Durante el periodo que han funcionado las plataformas de investigación agronómica se ha generado información relevante que se presentaran en este libro. Las plataformas del hub Chiapas y hub Península de Yucatán han sido resultado de las colaboraciones con el Instituto Tecnológico de Comitán (ITC), la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Servicios Integrales de Asesoría Externa Profesional S. de R.L. (SIAEP), Desarrollo Humano y Servicios Profesionales EL Can´chix S C (Can´chix), Agroenlace Campeche S. A. de C. V. (Agroenlace), Rubén de la Piedra Constantino, Reynel Espinosa Solís y Mateo Pérez Santiz. Los lectores podrán encontrar en este libro los resultados de las plataformas en donde ya se han podido generar suficientes datos para hacer conclusiones basadas en evidencias sólidas. Esperamos que el libro pueda servir de inspiración a los productores y su red de actores para que sus actividades en el campo sean más productiva, rentables y sustentables.